Como empezar como escribir, algo, que se ha de vivir. A los que le suene la metáfora, sonrisa puesta y boca callada, a los que no mucha atención, empieza la acción. Ahí estoy yo volando cual Canario alto y lejos. Porque así es como se consiguen los sueños, sustituyendo el alpiste y una caja concurrida por libertad y autonomia. Desprenderse de lo cotidiano, de lo mundano, romper con los malogrados estereotipos y lanzarse al vacio, nos da la opotunidad de construir "algo nuevo". Pero porque Australia, se preguntaran algunos, ¿porque 20,000 kilómetros para lanzarte al vacio teniendo el puente de Silva tan cerca? Ciertos vínculos carecen de lógica, y lo que me hizo terminar en esta tierra es una maravillosa y agradecida incógnita.

Where does the magical attraction of Australia come from? Abordar esta pregunta es el objetivo de este blog


Odisea de un Canario

sábado, 29 de enero de 2011

Divisando Xmas time





Desde bien entrado Noviembre el atuendo de una ciudad en pleno verano se tornaba rojo navideño. Una  extraña combinación para mis sentidos. Puede que compararlo con el monótono y confortable clima canario, aseverara aun más el contraste. Para la mayoría de los situados al oeste del trópico la Navidad se asocia con días cortos, frio intenso, comidas copiosas y cenas ostentosas pero sobre todo, reencuentros con amigos y momentos en familia. Por este hemisferio, sin embargo, los días parecían no tener intención de terminar, los juegos con el vaho en la ventana de la habitación se sustituían por siluetas en la arena de la playa de Bondi Beach y las cenas en familia por barbacoas con amigos. Las grandes fechas se acercaban; Christmas day,  Boxing day  y New Year Eve y aunque conseguí trasladar la nostalgia a un segundo plano, quise que algo de lo tradicional hiciera acto de presencia.


Christmas dinner. Una cena al más puro estilo Patarrasa con aliño de Atalaya y de postre un Santa más tiznao que de costumbre. Amigos de todas las nacionalidades se convertían por una noche en el sustitutivo familiar ideal. Una montaña culinaria a base de aportaciones gastronómicas de los 8 países que esa noche nos reuníamos bajo un mismo techo. Ante la falta del turrón, un buen aporte de zumito de cebada y fermento de uva. Para la tradicional guerra de petardos, una buena dosis de música. Y ante el calor familiar, 15 personas en un salón de 5 metros cuadrados son…mucho roce y mucha calufa. Todo ello acompañado de buen humor pusieron la guinda a una noche que antes los ojos mas exceptivos parecería anodina, ante los míos, única.


El Boxing day es el día 26, para los que no les suene, mi cumpleaños. Y para los que no conozcan la tradición pues no es propia de nuestra tierra, aquí les resumo. El Boxing day es una festividad propia del imperio Británico, y aunque su origen no está claramente establecido, se remonta a la Edad Media, cuando las clases nobles tras el día de Navidad daban cajas con regalos y comida a sus sirvientes. Era por tanto el día de los currantes, de ahí mi oportuno nacimiento, para que luego digan las malas lenguas; lo de currante, lo llevo escrito en la sangre y en la historia. Sin lugar a duda, he de reconocer que fue un cumpleaños peculiar. Me levante pronto para aprovechar las tempranas olas de la mañana. Un sencillo día de surf con los típicos compañeros de fática salina. Cuando las fuerzas menguaron,  la memoria dejó de recordarme el día que era para recordarme la jalla que tenia, así que recogimos  y remontamos Bondi para hacer lo más histórico de la cultura aussie, lo más tradicional: la barbacoa. En ese momento pensé: “no hay nada mas australiano para celebrar tu cumpleaños que un día de surf,  y una buena barbacoa” Bajo mi asombro terminé la noche soplando una cerilla improvisada en medio de un melón. Quizás fuera la espontaneidad, el no esperarme nada de ese preconcebido trivial cumpleaños lo que intensificó la simpleza del detalle.


















Y por último el 31.  La familiar cena en ca´Lonsoso disfrazó de glamuroso coctel en uno de los restaurantes más selectos de los alrededores del Harbour Bridge. Por primera vez en la historia de los 31 no iba a ser el complacido sino el complaciente, vamos el currante (véase etimología: Boxing Day). Este hotel se encontraba especialmente bien situado para la ocasión, haciendo esquina entre el Harbour Bridge y la Opera House, lo que me permitiría ver los famosos fuegos artificiales de Sydney desde tres perspectivas diferentes. Lo único que faltaba es que me asignaran el ático, una terraza al aire libre suspendida sobre el puerto y que albergaría a sus huéspedes más selectos. Una tarea que para los ojos más realistas parecería imposible, pues llevaba trabajando nada más que 3 semanas. Una simple tendencia al Broncospasmo tras exposiciones prolongadas al frio del aire acondicionado me hizo subir con las espuma o fue quizás el ascensor hasta mi objetivo.
La noche trascurrió con normalidad. Copas, movimiento, copas, movimiento. Era una rutina que solo se vería interrumpida  por un descanso para comer. Y sin prácticamente ni imaginármelo, me vi con un plato de comida en la mano, cenando en la escalera de uno de los repisos traseros del hotel con la compañía de incontables espectadores ansiosos por ver los fuegos al otro lado de la ventana.  Un especial mensaje en ese mismo instante me hizo mirar atreves de la ventana como intentando escudriñar lo que vivía mi gente al otro lado del trópico. La imaginación hizo el resto y los fotogramas de los momentos vividos en ese 6º piso de la fuente luminosa se dispusieron a modo de presentación en mi cabeza. Eternas secuencias de fotos con la familia y los amigos, que cada año resultaba un suplicio bien necesario, se convertían por instantes en una entrañable rutina. Superado el flashback nostálgico, el anuncio de la entrada al 2011 fue la bofetada de realismo que necesitaba. El ático se paralizo por casi 20 min que duraron los fuegos y disfrutamos de un espectáculo que me dejó atónito. Combinaciones de colores, formas imposibles, y sonoras secuencias que parecían hacer música. Las cascadas de lava desde el Harbour Bridge fue lo primero que el 2011 grabo en mi retina y en mi recuerdo. Esta maravilla pirotecnica cerro el capitulo laboral para dar paso a un bien merecido crucero que puso la guinda a un fin de anio intenso. Un fugaz destello de mi paso por una gran ciudad.

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